viernes, 10 de septiembre de 2010

La terapia Iconica 1

Esta terapia, ha sido creada por Soledad Santiago López, profesora de la Facultad de Psicología de Málaga y jefe del servicio de Psicología del Centro Asistencial San Juan de Dios.

Las personas estamos constantemente generando expectativas. Esas expectativas, a veces se cumplen y otras veces no. Cuando no conseguimos nuestras metas, surge la frustración. Todos sufrimos frustraciones, pero algunas personas tienen más dificultades para afrontar las frustraciones que otras. Estas personas son más vulnerables al estrés y los “problemas” cotidianos, y por ello, les cuesta mantener su estabilidad emocional. Puesto que no podemos evitar sufrir frustraciones, podemos intentar aprender a manejarlas de la forma más eficaz posible.

Primero, tendremos que identificar de qué forma reaccionamos ante las frustraciones habitualmente, y ver si esa conducta tiene consecuencias positivas o negativas para nosotros y nuestras relaciones.

Si la conducta que manifestamos es adecuada, ya sabemos que disponemos de un recurso personal importante para manejar la frustración. Si no es una conducta que favorezca el afrontamiento de la situación, podemos aprender alternativas y empezar a aplicarlas para ver los resultados.

La Terapia Icónica, es un nuevo modo de intervención psicológica que utiliza imágenes simbólicas (iconos) para representar aquellos conceptos de la terapia que deben ser recordados en los momentos de conflicto emocional y/o impulsividad. Los iconos favorecen la evocación y la rapidez en el recuerdo facilita la aplicación de la terapia en su vida cotidiana previniendo conductas impulsivas.

Esta terapia dispone de un modelo explicativo de la conducta inestable. En este modelo se describe el circuito cerrado en que la persona inestable puede verse inmersa: “frustración ->conductas impulsivas (autoagresivas, heteroagresivas y de escape) –> nuevos problemas -> nueva frustración -> nueva conducta impulsiva…etc.” Conocer las experiencias detonantes de sus respuestas impulsivas no era suficiente, de tal modo que, se elaboró un modelo terapéutico, que facilitara al paciente una alternativa para abandonar el circuito cerrado antes mencionado y ofrecerle distintas estrategias de afrontamiento.

A la unión de estos dos modelos (explicativo y terapéutico), se denominó modelo integrado.



Pasos para aplicar esta terapia:

1) Análisis: ¿Qué hago yo ante las dificultades? Cuando sufrimos un fracaso y las cosas no salen cómo esperábamos, ¿Qué pensamos?, ¿Qué sentimos?, ¿Qué hacemos?…

Ejemplos:

Autoagresión: soy un desastre, todo me sale mal….
Heteroagresión: la gente va a lo suyo, te fastidian y se quedan tan tranquilos, quien me busca me encuentra, estoy harta de todos…
Escape: Me voy de copas y me olvido, me voy a dormir…
2) Analizar las consecuencias negativas de estas estrategias de afrontamiento. De esta forma, ¿se resuelven los problemas o se empeoran?

3) Ofrecer alternativas de respuestas: ¿Qué podemos hacer para manejar la situación y no crear nuevos problemas?

4) ¿Cómo podemos salir de esas respuestas que nos generan problemas y afrontar mejor la frustración? ¿Cómo pasamos de las estrategias de afrontamiento que empleamos habitualmente u otras más eficaces? Vamos a utilizar el enfriamiento o la frase llave: La idea es sustituir los pensamientos negativos, por una cadena de estrategias de afrontamiento, para sentir más control sobre nuestras emociones.

LA FRASE LLAVE es una frase que nos ayuda a cambiar desde la actitud negativa hacia el problema (culpándonos, culpando a los demás o evitando la situación), hacia una actitud de búsqueda de soluciones y de afrontamiento. Es una forma de “ROMPER EL AUTOMÁTICO” y nos servirá de puente entre ambos circuitos. Nos sirve de ayuda para detener los pensamientos negativos, distanciarnos del problema y ponernos en condiciones para analizar el conflicto.


Beatriz Sarrión Soro


+ informacion:

http://usuarios.discapnet.es/border/tlpsolsn.htm

Inestabilidad emocional

¿Hoy detestas lo que ayer amabas?
Si pasas de la pasión a la indiferencia a la velocidad de la luz, empiezas actividades que luego te aburren y la palabra permanencia te da pavura, ¡alerta!. La inestabilidad emocional hace sufrir mucho al que la padece...y a los que se cruzan en su camino.

¿Qué es?
Es un rasgo de la personalidad que se caracteriza por una variación en los sentimientos y los estados emotivos, como por los altibajos del ánimo, sin motivo o por causas insignificantes.

Un problema pendiente a resolver
La persona inestable vive en una montaña rusa emocional:va dando tumbos en el terreno emocional, incapaz de conservar los afectos porque los cambia según cambia el viento. Y, aunque da la impresión de ser feliz, vive con la pesada carga de no poder consolidar algo permanente.

Sin saberlo, la persona emocionalmente inestable busca el cambio continuo para no enfrentarse a sí mismo.

En cierto modo, los síntomas se parecen a los del trastorno bipolar (neurosis maníaco-depresiva), pero en miniatura.

¿Cómo se manifiesta?
Períodos de tristeza y abatimiento, incapacidad para experimentar placer, desinterés por todo, tedio e irritabilidad.

Estados de euforia. Pasan por períodos de intenso optimismo: se ilusionan y entablan relaciones fácilmente: ¡Cuidado!; esa gente es la que después lo cansará.

Inconstancia para perseverar en una tarea u objetivo marcado.

Baja tolerancia a las frustraciones.

Débil control emocional; es decir, tendencia a la labilidad.

Talante enamoradizo, derivado de una gran dependencia afectiva no reconocida.

Baja autoestima, lo que alimenta la desconfianza en los demás.

Incapacidad de separar
Las personas inestables afectivamente tienen una gran dificultad para separar los diferentes ámbitos de su vida; si tienen conflictos familiares, los trasladan a la pareja, el trabajo o los amigos. Suelen ser dependientes e inseguros: necesitan apoyarse en muchos pilares y en cuanto uno falla se ven asaltados por un sentimiento destructivo que irradia hacia otras situaciones de su vida. De ahí que rompan con lo que más necesitan antes de tener que enfrentarse a la posibilidad, aún remota, de que también falle.

Con un bajo umbral de tolerancia a las frustraciones y pocos recursos internos, es frecuente que constantemente pongan a prueba a los demás: necesitan asegurarse de que, si llega el caso, podrían contar con su ayuda.

¿Qué hacer?
Dado que éste es un proceso inconsciente, lo más aconsejable sería buscar ayuda psicoterapéutica, para superar inseguridades o, lo que es lo mismo, reforzar la autoestima.

Lic. Amalia M. Novatti
Psicóloga